Pero fue menos discreto que sus compañeros y no tuvo reparos en mantener múltiples encuentros con los habitantes de Río, que lo tratan amigáblemente, e incluso aceptó invitaciones a sus casas y a visitar sus huertos y campos de cultivo. Cabe destacar que el partido de Copa dipustado fue la final por el título de campeón que se jugó el 21 de junio de 1936, a menos de un mes del inicio de la Guerra Civil Española.