Aunque su mente había tenido que jugar libremente con algunos de los problemas de la navegación y la geografía, había demostrado que era posible cumplir literalmente con las instrucciones recibidas. Se le había aconsejado entrar en el paralelo de la isla del Rey Jorge al menos 120 leguas al este de la misma y al adentrarse en el archipiélago de Tuamotu desde el sureste exactamente en el momento preciso, eso era lo que había hecho: permitiéndose algunas millas de margen al norte y al sur, ya llevaba casi una semana navegando esa latitud.