Almirantazgo rechazaba la elección de Dalrymple y que la misión tenía que estar dirigida por un oficial de la marina y no por un civil. El Almirantazgo veía más conveniente la que el mando lo ostentara alguien con un perfil más bajo y anónimo, para no levantar suspicacias antes de tiempo en el resto de potencias europeas con intereses en el Pacífico.